Eso me he tenido que repetir los últimos días, mientras mi cabeza rueda, mi corazón se detiene y mis sentidos se nublan. Un dolor terrible que no me afecta físicamente pero que desgarra mi alma mientras no me permite comprender las cosas de la vida, la vida misma....
Hasta hace unos días, aun con los "contratiempos", con mi pre-diabetes, y con mil cosas en la cabeza me sentía muy afortunada por estar nuevamente embarazada, llena de ilusiones y esperanzada, no lo niego, también con miedos, pero estaba encantada por la bendición de tener a un nuevo ser en mi cuerpo, un ser de amor, sin embargo los planes no siempre son como los imaginamos.
No sé cuando paso, tampoco tengo idea de como, he repasado cada momento de los últimos quince días, desde que escuchamos su corazón por última vez, ¿Qué hice mal? ¿En que me equivoque? ¿Habrá pasado algo el día que le picaba sandia a mi hijo y me lleve un trozo a la boca? ¿Habrá sido el día que me enoje por una tontería? ¿Tal vez el día que olvide tomar mi ácido fólico? ¿O sería el día que acomodaba la ropa de bebé de mi hijo y desee tanto que fuera niño? ¿y si era niña? ¿Se habrá sentido no querido el día que estaba preocupada por cuestiones económicas? ¿O quizá el día que no sabía si mi corazón tendría la capacidad para amar de la misma forma en que amo a mi hijo? ¿Habrá sido el día que baje corriendo las escaleras porque olvide mi teléfono en el sillón?.... Tenía miedos tontos. ¿Los habrá sentido mi hijo al grado de no querer a nuestra familia? La verdad es que no encuentro respuestas, no se si algún día tendré esas respuestas, con casi 11 semanas mi hijo dejo de vivir, no se de cuestiones médicas, aunque trato de entender lo que nos explico la doctora, pero algo en mi se niega a aceptar. Simplemente él ya no esta dentro de mi y de repente siento como si estuviera, es muy tonto de mi parte, pero de pronto se me olvida y me toco mi vientre o veo la ropita que ya le habíamos comprado y siento que estoy dentro de un muy mal sueño.
No quiero deprimirme, ni quedarme llorando, siento que tendré una herida en mi corazón por el resto de mi vida, pero la realidad es que nada puedo hacer para cambiar lo que siento. Mi realidad es que tengo un hijo maravilloso, un esposo fantástico, una familia extraordinaria, estoy rodeada de amigos inigualables que me han llenado de amor, de palabras, de abrazos, de cariño y comprensión. Siento que entre todos han puesto una bandita en mi herida y todos la están sujetando con mucha fuerza para que no siga sangrando, mi hijo es mi mayor fortaleza, aún no le decimos que no tendrá un hermanito, pero él sabe que algo esta pasando, antes de que me llevarán al hospital mi pequeño me repitió que me amaba como unas veinte veces y sin que nadie se lo dijera, estoy segura que sentía mi tristeza, aunque yo trataba de estar bien.
No sé si estas situaciones se superen o sólo se aprende a vivir con ellas, a aceptar la vida como es, con sus injusticias y vicisitudes, tengo que agradecer por todo lo que tengo y aceptar que estas cosas pasan, creo que hasta antes de esto siempre creía en el karma y que uno hacia cosas buenas y le pasaban cosas buenas, que si uno no le hacia daño a nadie entonces solamente habría momentos para sonreír, pero ahora creo que el karma no existe.
Tal vez tengo que aprender algo de esta horrible experiencia, esta experiencia que no le deseo a nadie, una buena amiga me dijo que tal vez el propósito de mi bebé era venir a advertirme de mi alimentación, de hacer cambios en mi vida, aún no sé que creer. Lo sigo intentando.
Siento mucha tristeza, pero la vida continúa y yo voy a continuar, seguir, ser feliz y estoy segura que voy a lograrlo, creo que hay abrazos que no son físicos, que no podemos dar más que con el alma y esos abrazos son eternos, así estoy abrazando en estos momentos a mi hijo y así lo tendré en mi corazón por siempre, en mi alma, en mi cabeza, en mis lágrimas y en mis alegrías, aunque ya no hable del tema este bebé precioso que ya no esta conmigo siempre estará aquí con nosotros.