viernes, 15 de marzo de 2013

No es mi culpa...




Eso me he tenido que repetir los últimos días, mientras mi cabeza rueda, mi corazón se detiene y mis sentidos se nublan. Un dolor terrible que no me afecta físicamente pero que desgarra mi alma mientras no me permite comprender las cosas de la vida, la vida misma.... 

Hasta hace unos días, aun con los "contratiempos", con mi pre-diabetes, y con mil cosas en la cabeza me sentía muy afortunada por estar nuevamente embarazada, llena de ilusiones y esperanzada, no lo niego, también con miedos, pero estaba encantada por la bendición de tener a un nuevo ser en mi cuerpo, un ser de amor, sin embargo los planes no siempre son como los imaginamos. 

No sé cuando paso, tampoco tengo idea de como, he repasado cada momento de los últimos quince días, desde que escuchamos su corazón por última vez, ¿Qué hice mal? ¿En que me equivoque? ¿Habrá pasado algo el día que le picaba sandia a mi hijo y me lleve un trozo a la boca? ¿Habrá sido el día que me enoje por una tontería? ¿Tal vez el día que olvide tomar mi ácido fólico? ¿O sería el día que acomodaba la ropa de bebé de mi hijo y desee tanto que fuera niño? ¿y si era niña? ¿Se habrá sentido no querido el día que estaba preocupada por cuestiones económicas? ¿O quizá el día que no sabía si mi corazón tendría la capacidad para amar de la misma forma en que amo a mi hijo? ¿Habrá sido el día que baje corriendo las escaleras porque olvide mi teléfono en el sillón?.... Tenía miedos tontos. ¿Los habrá sentido mi hijo al grado de no querer a nuestra familia? La verdad es que no encuentro respuestas, no se si algún día tendré esas respuestas, con casi 11 semanas mi hijo dejo de vivir, no se de cuestiones médicas, aunque trato de entender lo que nos explico la doctora, pero algo en mi se niega a aceptar. Simplemente él ya no esta dentro de mi y de repente siento como si estuviera, es muy tonto de mi parte, pero de pronto se me olvida y me toco mi vientre o veo la ropita que ya le habíamos comprado y siento que estoy dentro de un muy mal sueño. 

No quiero deprimirme, ni quedarme llorando, siento que tendré una herida en mi corazón por el resto de mi vida, pero la realidad es que nada puedo hacer para cambiar lo que siento. Mi realidad es que tengo un hijo maravilloso, un esposo fantástico, una familia extraordinaria, estoy rodeada de amigos inigualables que me han llenado de amor, de palabras, de abrazos, de cariño y comprensión. Siento que entre todos han puesto una bandita en mi herida y todos la están sujetando con mucha fuerza para que no siga sangrando, mi hijo es mi mayor fortaleza, aún no le decimos que no tendrá un hermanito, pero él sabe que algo esta pasando, antes de que me llevarán al hospital mi pequeño me repitió que me amaba como unas veinte veces y sin que nadie se lo dijera, estoy segura que sentía mi tristeza, aunque yo trataba de estar bien. 

No sé si estas situaciones se superen o sólo se aprende a vivir con ellas, a aceptar la vida como es, con sus injusticias y vicisitudes, tengo que agradecer por todo lo que tengo y aceptar que estas cosas pasan, creo que hasta antes de esto siempre creía en el karma y que uno hacia cosas buenas y le pasaban cosas buenas, que si uno no le hacia daño a nadie entonces solamente habría momentos para sonreír, pero ahora creo que el karma no existe. 

Tal vez tengo que aprender algo de esta horrible experiencia, esta experiencia que no le deseo a nadie, una buena amiga me dijo que tal vez el propósito de mi bebé era venir a advertirme de mi alimentación, de hacer cambios en mi vida, aún no sé que creer. Lo sigo intentando.

Siento mucha tristeza, pero la vida continúa y yo voy a continuar, seguir, ser feliz y estoy segura que voy a lograrlo, creo que hay abrazos que no son físicos, que no podemos dar más que con el alma y esos abrazos son eternos, así estoy abrazando en estos momentos a mi hijo y así lo tendré en mi corazón por siempre, en mi alma, en mi cabeza, en mis lágrimas y en mis alegrías, aunque ya no hable del tema este bebé precioso que ya no esta conmigo siempre estará aquí con nosotros.

sábado, 2 de marzo de 2013

¿¿Por dónde empezar??

No me gusta creer que soy una persona negativa, sin embargo, en ocasiones siento que veo más las cosas negativas que las positivas y estoy realmente tratando de cambiar eso, no me gusta hacerlo, pero también soy humana y en ocasiones es inevitable sentirse mal, sobre todo cuando se tienen noticias que no se desean, lo bueno que en mi caso tengo tanto buenas como malas noticias, unas acompañan a las otras, sin haber sabido de unas no hubiera sabido de las otras y ha sido complicado, he pasado por un proceso difícil en el que me he sentido incluso algo deprimida y he tenido que levantarme a continuar, aun sin querer, pero hay una fuerza que me levanta día con día y que hace que yo haga las cosas, la verdad no me duele confesar sobre mi debilidad, soy una persona carente de fuerza de voluntad para muchas cosas, sin embargo en esta ocasión he tenido que ser fuerte y no me pude dar el lujo de quedarme acostada llorando (aunque lo deseaba), la fuerza que me levanta es la fuerza del amor y ahí sí puedo decir que tengo mucho, siento tanto amor por mis hijos, por mi esposo, por mi familia, por mis amigos, por la vida misma que eso es lo que ha permitido que no decaiga y me sumerja en la amargura, aunque confieso también que he pasado por varios procesos, he estado enojada, disgustada, creyendo que la vida no es justa, deseando que las cosas sean diferentes, pero al final no todo está en mis manos, lo que está en mis manos definitivamente lo tengo que cambiar, pero lo que no está en mis manos me es imposible hacer algo y también tengo que aceptarlo.
Todo empezó hace tres años cuando deseaba tanto tener otro hijo, por muchas razones no lográbamos tener otro pequeño en nuestros brazos, efectivamente perdí un poco de fe e incluso me creí inmerecedora de volver a convertirme en madre, fue justo cuando le dije a mi esposo que ya no quería seguir llorando por algo que no podía cambiar, cuando mi dramatismo me hizo pensar que cada año nos hacemos más viejos y que tal vez al tener a nuestros hijos en una edad tan avanzada nunca llegaría a conocer a mis nietos, le dije a mi esposo "resignémonos, nunca seremos abuelos, tendremos además un sólo hijo y tenemos que aceptarlo y vivir con eso"; la doctora dice que después de que uno se olvida de todo y se relaja es cuando los hijos deciden llegar a nuestra vida, sin presiones, justo eso nos paso y ha sido una maravillosa noticia, ahora mismo estamos en 9 semanas y estoy encantada, aunque también llena de miedos, por el embarazo mismo y por otras cuestiones que son lo que me han angustiado.
Obviamente al saberme embarazada acudí con mi doctora quien me mando a hacer los estudios de rutina, la mala noticia y que me ha atormentado (y creo que lo seguirá haciendo) es que salí con mis niveles de azúcar muy elevados, 115 para ser exactos, teniendo una familia llena de antecedentes de diabetes esto preocupaba a mi doctora y por supuesto a mí, me mandaron una pequeña dieta de sólo una semana y después me mandaron a hacer otros estudios más específicos para determinar mi problema, los niveles apenas bajaron a 110 pero otros niveles de glucosa estuvieron también elevados, fuera de rango, al principio dije "está bien, es mi herencia" y aunque parecía que lo había aceptado después me llego la depresión, la nutrióloga me hizo muchas preguntas sobre mi alimentación, lo primero que me prohibieron fue el chocolate y los refrescos, pero ¡Sorpresa! resulta que soy de esas raras personas que no les gusta ni el chocolate ni el refresco, después de mil preguntas la doctora me informo que todas las harinas refinadas se convierten en azúcar en el organismo, que mi metabolismo es muy lento y que lo que consumo e incluso lo que dejo de consumir me han afectado al grado de tener estos niveles de azúcar, mi desayuno de casi todos los días que incluía un jugo de naranja ha sido un error en mi vida, así como otros muchos, el diagnóstico aunque no es tan devastador, porque soy pre-diabética, si ha sido un tanto doloroso de aceptar, lo he platicado con varias personas, mis amigas más cercanas y mi familia, que han estado ahí, definitivamente yo daría los mismos consejos, yo diría lo mismo, pero mi práctica fue muy diferente a mi teoría, no podía dejar de pensar en que la vida es injusta, nuevamente, pensaba en todas aquellas personas que veo comer mil veces peor que yo, aquellas que veo con más kilos que yo y que aun así no están pasando por esto, me dolía al imaginar que iba a terminar enferma como mi papá y para colmo mi papá estuvo mal, lo operaron de cataratas, se puso mal, lo tuvieron que internar y ahora resulta que su operación no fue exitosa en un ojo por lo que requerirá un trasplante de cornea, todo eso me llenaba de miedos, me angustiaba, me hacía sentir mal con las decisiones que estaba tomando, en fin que no lo estaba tomando nada bien, les confieso que también me pase un día metida en la cama sin levantarme y llorando mi desgracia, afortunadamente fue un día que mi esposo estuvo en casa y pudo hacerse cargo de mi hijo mientras yo me dedicaba a mi sufrimiento, mi amado esposo que nunca me abandona y que siempre agradezco por tenerlo a mi lado.
La verdad ya estoy en otra etapa, en una etapa de completa aceptación, tengo que hacerme responsable de la parte que me toca por estar como estoy, por tener el azúcar como lo tengo y esa responsabilidad incluye hacer algo, me dolía saber que tendré que vivir toda mi vida como si ya fuera diabética, con los miles de cuidados que eso implica, aunque como dice mi doctora me podré dar mis gustos de vez en cuando, porque no tendré la enfermedad como tal, así que eso me hace feliz, ya pase también por la etapa en que no quería decir nada, pensaba que las personas me tendrían lástima y no quería que eso pasara, tengo muchas cosas que agradecer también a la vida, el estar embarazada y que gracias a este pequeñito que crece dentro de mí me hayan hecho esos estudios, sin que eso hubiera pasado tal vez no me detectaban y yo hubiera seguido muy feliz deteriorando mi organismo, estoy feliz por la familia que tengo y todo el apoyo que he recibido, por los hombros en los que he llorado y por el tiempo que me han dado para hablar de mis desgracias y por no criticarme, ni juzgarme, una amiga me dijo "efectivamente la vida es injusta" y en el fondo lo sigo creyendo, sobre todo cuando veo tanta injusticia en el mundo y mucha gente que está peor que yo, no quiero ser mal agradecida, muchos dicen que el karma existe y que las cosas malas que te pasan es porque tú hiciste algo malo y entonces me entristece y hago memoria tratando de recordar y preguntándome día con día... ¿Qué he hecho mal? aun no obtengo respuestas, pero ya estoy más tranquila, aunque con mil sentimientos dentro de mí, sigo feliz por este bebé hermoso, esperanzada, el siguiente mes nos harán exámenes genéticos y un ultrasonido estructural, espero que todo salga bien, pero aun tengo cierto resentimiento hacia la vida y hacía las cosas que me pasan (soy humana), no sé si estoy tan mal, al menos estoy de vuelta, escribir todo esto me ha hecho relajarme y sacar un poco de toda mi frustración, mil gracias por leerme y por estar, en la distancia y en la presencia.
Un beso.