miércoles, 29 de diciembre de 2010

Una paranoia compartida.

Hace unos días leí la entrada de un blog que sigo y que es de los pocos escritos por papás "Mijo el Fulanito", me encontré con que la mamá del fulanito está preocupada por la seguridad de su hijo, debido a que mi pequeño es unos meses más grande que “el fulanito” ya estamos viviendo esta parte del miedo y cuidado de nuestro pequeñito.


Hemos tomado varias medidas y una de ellas fue (al igual que ellos) el adquirir una pequeña mochila que se coloca en la espalda de los pequeñitos y que tiene una cinta de seguridad para sujetar a mi pequeñito, al principio nos pareció muy buena idea, sobre todo porque a Leonardo le encanta ir a todos lados conmigo y el 90% de las veces quiere seguir caminando, investigando y si yo tengo que hacer algo, buscar algo en mi bolsa, pagar, recibir algo, etc., le puedo quitar la vista un momento y eso es suficiente para que algo pueda pasar.


Les dije que al principio nos pareció muy buena idea, pero después me decepcione un poquito porque un día al salir con Leonardo le puse su mochilita a la espalda y llevaba sujeta la cuerda de seguridad a mi muñeca, unos señores pasaron a nuestro lado y un señor le dijo al otro: “Mira ya saco a pasear a su mascota”, la verdad me sentí muy mal porque no me gusto ese comentario y no me gusta sentir que cuando mi hijo y yo salimos se vea como que estoy saliendo con mi perrito o algo así, entonces deje de usar la mochila por un buen rato y prefería llevar a Leo en mi fular, sin embargo no funcionaba siempre porque efectivamente Leonardo quería bajarse y seguir caminando.


Ahora todo ha cambiado y pienso que la mochila simplemente es una excelente idea, ya no me importa lo que me digan en la calle y no tengo problema alguno, todo por el bien y la seguridad de mi pequeñito, cambie de idea después de platicar con algunas mamás. Un día que lleve a Leo conmigo y su mochila a la tintorería, iba cargando camisas y más camisas y entonces no lo podía cargar, así que me lo lleve caminando y la señora de la tintorería me dijo: “Que bueno que lo trae así porque los niños son tremendos y en un descuido se pierden o se lastiman”, entonces le conté lo que me paso y se enojo mucho, “Quisiera saber quienes son para irles a decir sus cosas, les hubiera dicho algo” me regañaba, entonces me contó la triste historia de que ella perdió a un hijo, sólo fue por 2 días, pero dice que su sufrimiento fue infinito, en el supermercado le quito la vista un momento y su hijo desapareció, afortunadamente lo recupero, pero hasta los ojos se le llenaron de lagrimas, después otro día me encontraba en una tienda departamental y tenía a Leo con su mochilita en la espalda e igual lo tenía sujetado con mi mano, me detuve a ver unas playeras para mi esposo y en ese momento Leo estaba junto a mí, sentí que se estiro la cinta de seguridad y cuando volteo Leo había desaparecido, se metió bajo un cubo de adorno de la tienda, tenía una puerta y se arrastro, pero si no hubiera tenido la cinta yo no lo hubiese visto y tal vez ni hubiese imaginado que se había metido ahí y lo hubiera empezado a buscar por toda la tienda, esto de verdad, fue cuestión de un minuto a lo mucho, así que ahora estoy feliz y le llevo su chango a todos lados, de hecho pueden ver las fotos del día de muertos en las que Leo ya trae su chango–mochila en la espalda. Cuando Leo usa su mochila regularmente salimos él y yo, así que no ando tomándole fotos, se las debo. 


Siento que mi paranoia es normal, es la de toda mamá que se preocupa por la seguridad y bienestar de su pequeñito, pienso que también depende del lugar donde cada pequeñito viva, pero la ciudad de México es un lugar muy movido y un poco inseguro, así que lo mejor es cuidar a mi chiquito aunque a algunas personas les moleste.

Muchas gracias por leer y por estar ahí. Un beso. 

martes, 28 de diciembre de 2010

Dar o recibir.

En estas fechas decembrinas es de lo más común que escuchemos que es mucho mejor dar que recibir, se podría pensar incluso que es una treta publicitaria para que vayamos a comprar y demos más y más regalos a los que queremos e incluso para que algunos den a algunos que ni quieren, sólo para quedar bien o algo parecido. También puede ser que quieran tocar nuestro corazón porque estas fechas también se prestan para la caridad.

Siento que más que dar cosas económicamente hablando, son fechas para dar amor, dar tiempo, dar compasión y dar lo mejor que tenemos, en todos los sentidos.

Aunque muchos que bien me conocen tal vez dudarían de mis palabras, sobre todo porque no puedo mentir, me encanta recibir, me encanta que me regalen y me encanta que me tomen en cuenta, no es que no me guste dar, la verdad siempre que he podido doy algo de mí a los demás, en mis sueños más locos y obvio, sueños imposibles, me imagino que me gano el “melate”, la lotería, o algo así y entonces me imagino que si ganara muchos millones podría comprar una casita o departamento de un millón cada una, más o menos, para todos los que quiero, en primer lugar mis hermanos, arreglar la casa de mi papito, otra casa para mi mamá y por supuesto para mis amigas y amigos, me encantaría poder darles muchas cosas económicas a todos los que quiero, como no puedo porque no lo tengo, lo que hago es darles mi tiempo, mi amor y pequeños detalles.

Me encanta dar y me encanta ser correspondida al recibir, la verdad no me puedo quedar, sólo que ahora he encontrado algo que me parece mejor que dar o recibir, algo que no pensé nunca que podría pasar, pero ahora amo que le den a mi hijo, que las personas que quiero le den su tiempo y su amor a mi pequeñito es lo mejor del mundo, después claro también están las cosas materiales, que también hacen feliz a mi pequeñín, pero sin lugar a duda el hecho de que los demás se tomen su tiempo para buscar un regalo y se lo den con tanto amor, me encanta, me llena de gusto y de más amor por esas personas.

Les comparto que  este mes ha sido especialmente feliz para mi pequeñito, aunque amo la navidad y esta época siempre reniego de mi cumpleaños porque muchas veces no lo pude disfrutar como yo hubiese querido, sin embargo este año todo fue diferente, Leo ya me abraza y me hace sentir bien, el hecho de que algunas personas no supieran que era mi cumpleaños, pero que le hicieran un cumplido a mi hijo en ese día fue más especial que nada.

Mi conclusión es que me encanta dar, me fascina recibir, pero me súper encanta que mi hijo reciba.

Espero que todos ustedes puedan dar y que también reciban mucho, todo lo que necesiten, amor, tiempo, esperanza, cariño, etc.

Gracias por leer. Un beso. 

martes, 21 de diciembre de 2010

Algunas travesuras de Leonardo.

Hay muchas cosas que se dan por herencia y otras que vamos adquiriendo al pasar los años, al escribir mi blog voy notando cada día mi ignorancia hacia muchos temas, un ejemplo de eso es esta entrada, no tengo la menor idea si el ser travieso se herede o no, mi papá dice que un niño que no es travieso no es niño, pero yo no recuerdo haber sido tan traviesa, más bien era tranquila, así también me recuerdan mis papás, cuentan que me gustaba jugar sola, muchas veces me buscaban y cuando me encontraban resulta que estaba en la recamara, con la luz apagada y jugando sola en un rincón con alguna muñeca, mi hermana dice que eso debería de haberles dado miedo a mis papás, pero no fue así, tal vez fui una niña un poco antisocial, así que tal vez pienso que por eso en alguna ocasión Leo es igual que yo, antisocial, pero otras veces le sale la herencia de su papá y entonces se vuelve un pequeñito súper travieso.
 
Cuenta mi suegra que ella era tremenda, tan tremenda que se caía por aventarse por donde no debía, que tuvo varios tropiezos y accidentes de niña que le dejaron varias cicatrices a consecuencia de ser tan traviesa y que de igual forma mi querido esposo fue súper travieso de pequeñito. Pero bueno esta entrada no es para contar las travesuras de mi esposo, así que contaré algunas de las cosas que mi pequeñito hace últimamente.

Como saben nosotros nos fuimos por la opción de hacer una casa segura para Leo y dejar de esta forma que se desplace por todos lados sin temor a que algo le pase, a que tome algo que no debe o algo así, en la sala tenemos un tapete de fomi, Leo quita las orillas del tapete y las mete en la parte baja del horno de la estufa, abre la puertita y ahí es un escondite para él, encontré un vaso y un juguete. De por si todo el tiempo por toda la casa, quiere ser libre, incluso para comer, por tal motivo no acepta que le demos de comer en la boca, el come solito, obvio con las manos, se embarra, creo que hasta goza sintiendo la comida en todo su cuerpo, o tal vez es una treta para que lo bañe porque adora que lo bañe, así que tal vez quiere ensuciarse para que lo meta a su tina, porque la regadera ya no le gusta tanto, ahora quiere su tina.

Bueno lo de esconder las cosas en el horno no es tanto, pero entre sus juguetes me ha escondido mis llaves y también el control remoto de la televisión, me he tardado buscando por todos lados porque aparte los mete dentro de algunos juguetes y no puedo encontrarlos tan fácil, un día de plano de desespere tanto porque teníamos que ver a su papá y yo encerrada, además con mi desesperación pensaba que había sacado las llaves por debajo de la puerta y que ya las había perdido y que alguien las había encontrado, empecé a imaginar mil tonterías y al final las llaves aparecieron dentro de un juguete, mientras tanto yo me había puesto a llorar de la desesperación, lo bueno es que todo salió bien ese día.

La última visita al centro comercial fue especialmente encantadora, Leonardo se aburre de ir de espaldas, aunque nos va viendo a nosotros, no le gusta, quiere ir viendo lo mismo que nosotros e incluso quiere llevar empujando el carrito, para que no se llene de histeria sin sentido lo sentamos en la parte delantera del carrito y le decimos que se tiene que ir ahí sentado porque nos da miedo que vaya de pie, antes de más chiquito si lo dejábamos, pero ahora nos da más miedo que se vaya a caer porque ya es más alto, entonces lo dejamos ahí sentadito, por lo regular no hacemos tantas compras, así que caben Leo y las compras, este fin de semana iba Leo, una cebolla, una bolsa con nopales, yogurt, jamón, queso y no recuerdo que más, pero precisamente recuerdo eso porque en un descuido me puse a ver los juguetes de niños y la ropa de bebés, que están en la misma área, mi esposo fue a buscar algo a la farmacia y cuando regreso me dijo “porque no cuidas a Leo” y lo primero que pensé “Cómo que no lo cuido”, pero antes de decir algo me di cuenta que Leonardo se estaba comiendo la cebolla y ya se había comido un cacho de nopal crudo, además se veía que había intentado abrir el yogurt y no es que tuviera mucha hambre es que le encanta investigar y hacer travesuras, la verdad no pudimos enojarnos con él, lo malo es que no aprendí y al día siguiente fui por la mitad de un melón y otra vez Leonardo metió la mano, saco su manita llena de semillas del melón y se las metió a la boca, además de que pulverizo unas galletas. Moraleja: La canastilla de la parte trasera de los carritos es el lugar ideal para llevar a Leonardo, al menos que no compre nada comestible.

Tampoco sé si mi hijo sea un Grinch porque la música de navidad le encanta, se pone a bailar con un santa musical que tenemos en casa, pero el día de ayer se puso a quitar todos los cascabeles que cuelgan del árbol y que se encontraban a su altura, los quitaba, los aventaba al piso y se moría de la risa.

Eso sin mencionar que tenemos que seguir asegurando otras partes de la casa que pensamos que aun no eran accesibles para él. El refrigerador tiene un seguro en la parte baja, en donde se encuentra el congelador, pero ahora ya puede abrir la parte de arriba, ya alcanza los botones del horno del microondas, que ahora lo debo mantener desconectado, la lavadora tiene el seguro para niños, pero de algún modo Leonardo se lo quita, se sube a los sillones, ya cambio la grabadora de la contestadora telefónica por unas risitas suyas, le habla por teléfono a su papá a la oficina o a sus abuelos, le encanta jugar con las llaves y todo el tiempo intenta abrir puertas, de hecho tiene sus llaves pero no quiere las de juguete, quiere las suyas y ya hasta quiere jugar con el Wii, de repente agarra un control y le aprieta y dispara hacia la tele. Ya debo tener todo desconectado porque apaga y prende todo, prende el foquito del horno de la estufa, prende la tele, quiere manejar el coche de papá, todo quiere hacer, se baja de la cama, quiere bajar la palanca de la taza del baño, quiere hacer todo.

En casa de sus abuelos también se da vuelo jugando e investigando, sobre todo se aprovecha de que sus abuelos lo consienten y lo dejan hacer lo que quiera. 

Que puedo decir, me encanta verlo crecer, me encantan sus travesuras y con una sonrisa me vuelve loca. Todos me dicen que tengo que agradecer que tenga un pequeñín tan inquieto, que eso es sinónimo de que está sano, así que tengo que agradecer por la salud e inquietud de este niño lindo. 

Muchas gracias por leer, un beso.

Tortícolis congénita.

En algún momento les he contado sobre la elección del pediatra y algunas de las razones por las cuales decidimos cambiar al nuestro.

Leonardo nació con tortícolis congénita, desde que tuvo su primer consulta con el pediatra a los 7 días de nacido le preguntamos al doctor la razón del porque parecía poner siempre su cabeza de ladito, el doctor nos dijo que no era nada y que con el tiempo se le quitaría, nos dijo que no teníamos que hacer nada, que solito se le pasaría, nosotros confiamos en él, pero al pasar los días, las semanas y los meses, el cuello de Leo parecía no enderezarse solito, en vano eran nuestros esfuerzos por enderezarlo, al casi cumplir tres meses se nos hizo súper extraño que no mejorara y volvimos a cuestionar a nuestro doctor, pero él dijo que no nos preocupáramos, la verdad si estábamos preocupados, nos pusimos a investigar un poco en internet y también preguntamos con algunos amigos, encontramos esta enfermedad que se llama tortícolis congénita y entre lo que nos llamo la atención fue lo siguiente:

  • Que la tortícolis es una inclinación hacia alguno de los lados del cuello.
  • Que suele dar por una contractura del músculo esternocleidomastoideo.
  • Que puede ser superada mediante ejercicios y terapia física o bien ser operado.
  • Que si no es detectada a tiempo puede dejar malformaciones en cráneo y cara, producir asimetría en ambos casos, además de en clavículas y hombros.
  • Que si no se trata desarrolla escoliosis cervical y torácica.
  • Que el 20% de los niños también presentan algún grado de luxación congénita de cadera.
  • Que se puede presentar la elevación del hombreo en el lado afectado, rigidez de los músculos del cuello, rango de movimiento limitado, dolor de cabeza, dolor cervical y temblor en la cara.
  • Que si no se corrige a tiempo puede desarrollar sensaciones de entumecimiento y hormigueo al comprimirse las raíces de los nervios en el cuello.
Leo con Tortícolis congénita.

Lo anterior nos preocupo y para ser sinceros también nos molesto porque obvio no queríamos que nuestro pequeñito tuviera eso, pero nos enojamos por la posibilidad de que fuera así y que el doctor no nos dijera nada al respecto. Así que pedimos ayuda y llegamos con un Médico ortopediatra que trabaja en el Instituto Nacional de Pediatría, él nos dijo que efectivamente nuestro hijo tenía tortícolis congénita, por supuesto que nosotros no le dijimos que lo sospechábamos, sólo le dijimos que tenía su cuello y cabeza un poco chueca, al confirmar el diagnóstico buscamos otro doctor que pudiera atender a Leo y darle seguimiento en su tratamiento y cuidados, así encontramos un excelente doctor cerca de nuestra casa, también ortopediatra, que ha estado al cuidado de nuestro pequeñito desde ese momento.

En la primer visita le tomo placas de Rx y de inmediato nos canalizo con una Lic. En Terapia física que se encargo de darle la terapia a Leo e indicarnos a nosotros el tratamiento que teníamos que darle en casa, la forma en que tenía que dormir, cada semana nos indicaba los ejercicios a realizar, los masajes y cada semana lo valoraba. Nosotros no faltabamos, así hiciera frío o lloviera, Leo llorara o durmiera, ahí estabamos. 

Afortunadamente nuestro pequeñito fue superando poco a poco su problema de cuello y hoy en día camina perfecto, la terapeuta nos indicó que al tener su cuello chueco también giran su centro de gravedad y es más probable que caminen chueco, sufran caídas y tengan problemas que les genera la tortícolis, sin embargo la única secuela que parece tener nuestro hijo es la asimetría de su cráneo, precisamente porque lo empezaron a atender prácticamente a los 3 meses de edad, durmió 3 meses en mala posición y también fueron 3 meses sin terapia física ni tratamiento alguno.

Estamos felices y agradecidos de que nuestro pequeñito no tuvo que ser operado y aunque su cráneo no es perfecto hemos hecho todo lo que ha estado en nuestras manos para que no tuviera otro tipo de complicaciones que fueran más graves, al final lo del cráneo consideramos que ha sido el menor de los males. 

En febrero tendrá otra valoración con el ortopediatra, esperemos que ahora sea la última visita. 

Finalmente quiero hablar de la importancia de escuchar nuestro corazón y nuestras emociones, desde el primer momento sospechábamos que algo no estaba bien, posteriormente al presumir algunas fotos de nuestro pequeñito nos llegaron a preguntar por qué razón en todas las fotos salía con la cabeza de lado y nosotros confiamos en nuestro doctor, pero al final lo dejamos. 

Gracias a todos por leer, un beso.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Las palabritas de Leo.


Las niñas y los niños se desenvuelven a ritmos muy diferentes, he podido observar la manera en que las niñas aprenden más rápido que los niños, veo como hay niñas que hablan primero que los niños, que caminan primero que los niños, que parecen ser más despiertas, no creo que mi hijo sea lento, aunque me quejo de las comparaciones veo que se desenvuelve al mismo ritmo que sus compañeros del centro de estimulación temprana al que acudimos, no me quejo, al contrario, me alegran tanto sus logros, como va aprendiendo las partes de su cuerpo, canciones que refuerzan su gusto por la música, me encanta verlo explorar y ser feliz, aunque también reconozco que en sus clases es un poco tímido y parece que no le importa aprender, pero al llegar a casa siempre nos demuestra que está avanzando, en lo único que parece no avanzar es en un pequeño detalle, bueno ni tan pequeño: “Hablar”, desde muy temprana edad hacíamos los ejercicios que nos recomendaban, toda la vida hablo con él, aunque parezca una loquita, pero Leo nada más no quiere hablar, bueno dice algunas palabritas. Yo creo que hay niños maravillosos que aprenden a hablar antes de cumplir un año, hay otros niños igual de maravillosos que hablan antes de los 18 meses, otros también maravillosos hablan hasta los dos años. Sin embargo Leo a sus 16 meses dice lo siguiente: 







 Así ha empezado mi cachorrito con esto de la comunicación, aunque otras cosas nos las indica con señas o llanto, pero eso después se los contaré. 

Nuevamente gracias por leerme, les mando un beso.




martes, 14 de diciembre de 2010

¿Leonardo o Pocoyo?


Es rara la forma en que algunos pensamos, no sé en qué consiste, pero todos imaginamos las cosas de diferente forma, he escuchado que algunos sueñan con sus hijos o hijas, otras mamás dicen sentir desde un principio el sexo, la verdad yo si soñé con Leonardo, pero esa historia la dejaré para otra entrada, ahora les quiero contar que mi esposo y yo estábamos felices cuando esperábamos la llegada de Leonardo, por las noches al dormir hacíamos comentarios como los siguientes: ¿Te imaginas cuando entre corriendo en la mañana y nos despierte?, Ya puedo verlo despertándonos a las 7 de la mañana para ver la tele o ir al parque, ¿Te imaginas que brinque en la cama y nos grite para que salgamos de la cama?... obviamente nos estábamos brincando una gran parte de su aprendizaje y de su desarrollo.

Hemos amado cada parte, desde que pudo levantar el cuello estando boca abajo, cuando por fin estuvo sentadito por sí solo, cuando tomo algo por primera vez con su manita, cuando empezó a querer comerse los dedos de sus pies, su primer sonrisa, su primer frustración al no poder hacer algo, su primer balbuceo, la primera vez que tomo su mamila con sus manitas, la primera vez que puso apretar un juguete para que sonara y no se diga la primera vez que tomo su sonaja, bueno pero las segundas veces también son fantásticas y las terceras y cuartas también, en general ver crecer a mi pequeño es de lo mejor. Verlo gatear, caminar y ahora correr por toda la casa.

Lo que me encanta es la manera tan peculiar en que corre, tal vez muchos niños lo hagan, precisamente por eso las caricaturas imitan a los niños, Leonardo corre echando su cabecita hacia adelante y en ocasiones también sus bracitos, justo como Pocoyo. Definitivamente muchos niños hacen cosas similares, la semana pasada me entere que algunos papitos de twitter comparten conmigo el disfrutar la compañía de nuestros hijos en nuestra cama de una forma un tanto extraña, en forma de “H”, los padres acostados de forma vertical y nuestros pequeñitos acostados en horizontal, así que tal vez comparta con ustedes la manera en que corren nuestros pequeñitos lindos.

Un beso a todos.

Observando


En varias materias de la Licenciatura nos hablaban de la importancia de la observación, a veces olvidamos observar y por tal motivo dejamos de asombrarnos de todas las maravillas que nos rodean, me encanta ver como mi hijo va descubriendo el mundo y cada día se asombra de las cosas grandes y pequeñas que nos rodean.

Leonardo es muy observador, cuando nació mi pequeñito una de mis hermanas estuvo con nosotros en el hospital, de hecho ella lo cargo y lo tuvo en sus brazos antes que yo, después ella tuvo que alejarse de nosotros por un tiempo, pero cuando volvió a verla se quedo observando fijamente su carita, Leo era un pequeñito, sin embargo en un momento pareciera que la recordó, sonrío y se quedo feliz con ella, él se va asombrando cada día de lo que le rodea, le gusta investigar y en ocasiones pareciera muy serio, pero la realidad es que está observando todo lo que está a su alrededor.

Cuando viajamos en coche le gusta ir viendo por la ventana, al menos que el sol este muy fuerte, pero siempre observa. La casa de mi papá es un poco vieja, y en el último temblor (que paso cuando estaba a días de que mi cachorrito llegara a este mundo) se cayó una parte que corresponde al aplanado del techo, a veces cuando llegábamos a visitar a mi papá, Leo estaba un poco inquieto, pero en cuanto volteaba y veía el techo se tranquilizaba, mi tía de broma decía que Leonardo pensaba “Ya estamos en la casa del hoyo”, pero es verdad, Leonardo identificaba perfectamente esa parte del techo. Cuando viajamos en transporte público también va observando todo, bueno cuando no se duerme, porque el fular lo pone tan cómodo que se queda dormido en mis brazos.

En sus clases de Leonardo pareciera que no pone atención y no aprende nada, sin embargo en la casa realiza las actividades que le enseñan en la escuela, dependiendo la canción que le cantemos se toca su cabecita, mueve los deditos, hace un piquito de pajarito, aplaude, etc., pero claro, en la escuela no hace mucho, sólo observa y aprende. Cuando era más pequeñito le encantaba observar sus manos y la forma en que movia sus deditos, ahora cada que le ponemos un sueter o playera de manga larga saca su manita y pareciera que cuenta sus deditos... no vaya a ser que se quedara un dedo en el camino... 

Ahora observa las luces y adornos del árbol de navidad, lo toca, lo siente y lo disfruta, a mi me encanta observar a mi hijo observando, desde pequeñito me observaba a mí, pareciera que quería aprenderse cada rasgo de mi rostro y yo lo veía de la misma forma, grabando en mi mente y en mi corazón cada facción y cada gesto de mi pequeñito. Mis papás dicen que de pequeña era muy observadora, con el paso de los años deje de serlo, pero afortunadamente en algún momento lo recupere, sobre todo con las actividades y tareas que me dejaban en la Universidad, ahora lo sigo haciendo y veo que mi hijo también, todavía nos falta mucho por recorrer y por supuesto mucho por aprender, muchas preguntas que me haga por sus observaciones, espero estar preparada para contestarle o bien incrementar su curiosidad. 

Adoro los pequeños detalles y el observar es un placer que espero nunca perder.

Un beso a todos y gracias por leer.

martes, 7 de diciembre de 2010

Reyes Magos, Santa, Niño Dios, ¿Qué le enseño a mi hijo?


Comúnmente empiezo a escribir algo para mi blog y algo pasa, mi cachorrito se despierta, tengo que salir, hay otras cosas que hacer y nunca termino de escribir, ya les he contado anteriormente de este problema, tengo la inspiración de escribir algo, pero la inspiración cambia y me deja con un montón de post a medio escribir.
El día de hoy leí un pequeño relato en una revista gratuita llamada “Diario con tu bebé” que me regalo la pediatra de mi pequeñito, antes de transcribir dicho relato les diré lo que algunos ya saben, soy muy soñadora, amo la fantasía y el uso de la imaginación, adoro la ciencia ficción y me fascina compartir eso con mi pequeñito. Parezco una niña,  algo dentro de mi sigue creyendo en Santa, tanto que lloro con las películas, aunque sé son fantasía... Bueno yo pensaba ser como niña, pero al leer este artículo me di cuenta que no todos los niños somos iguales:
Titulo: El ser, la nada y los reyes magos.
Autor: Mónica Braun.
“Nunca, ni cuando iba al kínder, he creído en monarquías de ningún tipo, ni políticas ni religiosas ni mitológicas ni navideñas. O sea que he renegado de la Reina Isabel tanto como del reino celestial, y que así como nunca creí en el Rey Midas, tampoco en los reyes magos.
Obviamente, tampoco pensé nunca que un señor gordo vestido de rojo me trajera los regalos con los que llegaban en navidad mis tíos, porque era evidente que los traían los tíos, que el gordo no cabía en la chimenea ¡y que en mi casa no había chimenea!
Sí, yo también, como los enanos comencé desde chiquita, y desde mi más tierna infancia he sido hereje y atea. Y por eso, desde chiquito, le dije a mi hijo que no existían los monstruos ni los seres fantásticos que habitaban sus libros y sus películas. Y que si la buena noticia es no existen ni el coco ni los vampiros, la mala es que tampoco hay haditas protectoras, ni ángeles de la guarda, ni niñitos dios ni cosas así. Y ni falta que hace, porque con su aparente simpleza resulta que el mundo es asaz complicado.
Ese tipo de diálogos filosóficos sostuve con mi hijo hasta sus dos años, pero luego, agobiada por la presión del kínder, que nos obligó a atar una cartita a un globo y soltarla en grupo para que llegara hasta los Reyes Magos, caí en la locura generalizada de esconderle sus regalos y armarle el cuento chino correspondiente.
La verdad me divertí mucho con su reacción de pequeño ex bebé recién liberado de los pañales cuando, en un acto artero que algún día deberé discutir con mi psicólogo, lo hice participe de la farsa al poner un platito con agua para el camello de Gaspar, unos cacahuates para el elefante de Baltazar y unas ramitas de perejil para el caballo de Melchor. Los animalitos vendrían cansados de su viaje desde el Oriente y tenían que reponer fuerzas.
La cara de mi hijito a la mañana siguiente, cuando el plato estaba vacío y tres regalos lo esperaban junto a la cama no se me olvidará jamás. El niño tenía la “evidencia” de que los reyes habían venido, y sin embargo no se podía explicar cómo diablos había logrado entrar por su puerta un elefante. Desde entonces he repetido el rito, por volver a ver esa cara de estupor y luego de felicidad, año tras año, para mi vergüenza.
También a sus dos y tres años le dije que Santa no existía, pero me tiro de a loca y siguió hablando de él como si fuera más real que el portero del edificio. Luego he claudicado y lo he dejado creer lo que quiera.
Cuando murió su nana, y él me preguntó llorando dónde estaba, le contesté que en ningún lugar. Yo no entendí El ser y la nada de Sartre y no es de extrañar que mi hijo, a los cuatro años, tampoco haya podido entender ni el concepto del Ser ni mucho menos el de la Nada. Pero no faltó quien, para consolarlo, o tal vez creyéndolo en realidad, le dijo que su nana estaba en el cielo.
Pronto condescendí, para consolarlo, y le dije que algunas personas, religiosas, creían que al morir las almas se iban al cielo, donde eran eternamente felices, y que desde ahí su nana lo cuidaba y era feliz viéndolo crecer. Sin duda, eso lo consoló tanto que desde entonces, cuando me dice que su Tuchi está en el cielo, yo le digo que si, que ahí esta muy contenta. O que al menos, si el cielo existe, con toda certeza ella está ahí muy feliz y quitada de la pena.

No puedo negar que, aunque dejaré que mi hijo estudie lo que se le dé la gana y no podré evitar que crea también en lo que se le dé la gana, me encantaría que de adulto fuera un científico muy serio y, desde luego, ateo. Pero trataré de no decírselo para que no se vengue de su madre algún día volviéndose cura o contador público. Ya se sabe lo ingratos que pueden ser los hijos”.
Así concluye el artículo y me encanto porque somos bien diferentes, a mi jamás me dijeron que existían los reyes magos o santa, pero claro siempre nos daban nuestros regalos y nos recordaban que no les dijéramos nada a los demás niños, en ocasiones íbamos a elegir nuestros regalos el mismo día, tampoco fuimos nunca de ir a la iglesia, hacer primera comunión, ni nada parecido.

Bien dicen que cada persona es un mundo, yo estoy completamente convencida de enseñarle a mi hijo sobre los reyes magos y Santa, le hablo del mundo de fantasía y de seres mitológicos, le leo cuentos de todo tipo e invento historias de un niño llamado Leonardo. 

Me divierto y me encanta, sin embargo no tengo la menor idea de lo que vaya a pasar el día de mañana, tal vez mi hijo no crea en nada de lo que yo creo, tal vez se vuelva como la escritora del artículo, la verdad no sé si estoy preparada para que eso pase, al igual que ella siempre respeto las decisiones de mi hijo, aunque a su edad no son muchas y no son diferentes a lo que yo le digo, siempre digo que en su momento él elegirá su música favorita, su deporte favorito, su equipo de futbol, su universidad, su carrera, sus amigos, etc., pero en el fondo tal vez quisiera que le gustara lo mismo que a mí, que compartiéramos todo, pero aun no sé qué pasará, tal vez es muy pronto para preocuparme, pero espero siempre tener un poco de cordura, un poco de sabiduría y por supuesto mucho amor para respetar cada decisión que tome.

No soy psicóloga y no tengo la menor idea si sea bueno o malo hablar sobre esta fantasía a nuestros hijos, pero creo firmemente en NO obligar a los hijos a hacer algo que no quieren, dentro de lo que nosotros consideremos bueno, con los valores que queramos inculcarles y dentro de lo prudente, respetar y amar a los hijos. Yo agradezco que mi familia me respete aunque no comparta mis ideas y creencias, deseo hacer lo mismo con mi hijo. 

Un beso a todos y gracias por leerme.