Hace aproximadamente 20 años conocí a una amiga que un día estaba escuchando un CD y justo había sido su cumpleaños, le pregunte quien se lo había regalado, me contesto que la persona que más quería en este mundo y la que más la quería, inocentemente pensé que hablaba de su novio, pero me dijo que no, pensé en su papá, a lo que también estaba equivocada, me confesó que había sido el regalo de su hermano, que sus papás los habían educado para amarse y cuidarse siempre, por encima de todos, que algún día sus papás no estarían y que ellos serían lo único que se tendrían, quise algo así también, mis hermanas y yo nos adoramos con toda el alma, pero contrario a lo que se podría pensar no fuimos educadas de esa forma, para amarnos incondicionalmente, aunque lo hacemos, es dramático decir esto pero es real, he visto familias destruidas por que no existe el amor y el respeto entre hermanos, tal vez porque los papás no lo fomentan, por eso siempre quise dos hijos iguales, dos niñas o dos niños, para que además de hermanos fueran amigos. La vida nos regalo un hermoso niño y una preciosa niña, yo sé que se quieren, tratamos de encargarnos de eso, pero casi todos los días los tengo que estar separando...
-Mamá Sarah me esta pegando.
-Mamá Leo no me deja ver la tele.
-Mamá Sarah esta agarrando mis legos.
-Mamá Leo se comió mis palomitas.
-Mamá Sarah se quito los zapatos.
-Mamá Leo se esta comiendo las uñas...
Y podría seguir y seguir, en ocasiones pienso "Con que lleven una relación cordial me conformo", luego llega mi esposo y me dice "¿Sabes que es lo mejor que le podemos heredar a nuestros hijos?", (obvio, educación, respondí), pero no, él me contestó que lo mejor que les podemos heredar es el amor el uno por el otro, una tarea difícil, pensé.
Y de pronto este día 29 de Agosto de 2017, mi Leito con 8 años cumplidos y mi pequeña Sarah con 3 años me dieron esperanza, eran las 6:50 de la mañana, tenía el desayuno listo en la mesa, puse su lista de música de películas infantiles en el iPod y les grite que bajaran a desayunar, fui a la cocina por unos plátanos para su lunch y cuando me acerque a ponerlos en la mesa vi los pies de mi hijo bajando lentamente la escalera, seguía acomodando su lunch cuando volteo y venían los dos juntos, mi niño cargando a su hermana y ella colgada de su cuello y abrazando con sus piernas a su hermano, la bajo y se sentaron a desayunar, sentí tan lindo verlos juntos, así llenos de amor y de ternura, que por un instante sentí que lo vamos a lograr, algún día se amarán el uno al otro incondicionalmente, serán los mejores hermanos y amigos.
Pero bueno mis esperanzas se rompieron a los diez minutos cuando Sarah tiró la leche encima de Leo y después antes de salir Leo tiro su botella de agua, la botella se rompió y mojo la mochila de Sarah, y así están, se aman, no diré que se odian, porque eso lo creo imposible, tal vez como buenos hermanos tendrán que pelearse, tal vez eso también los une, no lo sé. Es complicado educar dos hijos únicos. Tan diferentes, tan iguales, tan berrinchudos, tan necios, tan bellos, tan llenos de amor...
Mil gracias por leer.